domingo, 8 de enero de 2012

“UNA HISTORIA IRLANDESA”


“UNA HISTORIA IRLANDESA”

Eamon acababa de llegar a Clifden, recién bajado del autobús y con sus maletas en la mano, se había presentado el día anterior en el hospital al doctor Casey, que dirigía el hospital de Nuestra señora de Fátima, como el nuevo médico residente que le enviaban desde Dublín, el doctor Casey, ya mayor y con una calvicie más que incipiente diríase que residente en todo su aspecto, sereno y amable, le enseño el hospital y la que sería su pequeña consulta, le presento a parte del personal existente, y más bien escaso, también a varias hermanas que trabajaban en el hospital, le recomendó que se hospedase en the White Heather House en la plaza del pueblo, hostal de trato familiar, exquisita limpieza, y de un precio asequible, mientras no conseguía una vivienda en el pueblo.
Eamon recorrió el pueblo en las siguientes horas, la tarde aunque fría era agradable, y que contrariamente a lo sucedido desde que saliera de Dublín, la lluvia no había hecho acto de presencia. Tenía un día libre por delante antes de comenzar en su nuevo puesto, así que mientras caminaba por las calles familiarizándose con el entorno, y no muy diferente a cualquier otro lugar de Irlanda, observaba por si veía algún cartel en alguna casa que pusiese se alquila, pero el resultado fue infructuoso, ya oscureciendo regreso al hostal, donde la señora King, amable y gordezuela mujer con sus gafas de pasta y una enorme sonrisa le sirvió colcannon para cenar acompañado de una pinta de guinnes.
Se despertó con las primeras luces, era domingo por lo cual era obligatorio ir a misa para una persona que se quisiese hacer respetar en un pueblo pequeño, se afeito y se vistió bajo a desayunar, y dio un corto paseo antes de acercarse a la iglesia de St. Joseph's,  mientras la gente escuchaba al fornido párroco, con sus gafas colgando en la punta de la nariz, se apretujaban unos contra los otros más para darse calor y quitarse la humedad del cuerpo de la insistente lluvia fina que había estado cayendo toda la mañana, parecía como si una pequeña nube de vapor flotase en el ambiente, y las caras de los feligreses estuviesen mas dormitando que en el sermón del párroco, de vez en cuando alguno se volvía a mirar a Eamon, le comentaba algo al que tenia al lado y este al cabo de unos segundos también se volvía a mirarle, Eamon parecía divertido con la situación, y el ver como se iba corriendo la voz por la iglesia, y poco a poco se iban  girando las cabezas a mirarle, hasta que de entre todas una joven con unos enormes ojos verdes y una cara llena de pecas le miro, le caía un pequeño mechón de pelo rojo sobre la frente, como escapándose rebeldemente de debajo del gorro de lana que le ocultaba el resto de la cabellera, desde ese momento y hasta el final de la misa no pudo volver a apartar su vista de ella, y ella giro un par de veces más la cabeza por los insistentes comentarios de su compañera. Eamon espero pacientemente a que según iban saliendo las gentes de la iglesia ella pasase por delante suya, instante en que sus miradas se cruzaron durante unos segundos, con mirada serena y apacible, pero al mismo tiempo brillante y llena de vida, le dedico una sonrisa, que a Eamon le pareció como si hubiese salido el sol en ese mismo instante y hubiese iluminado la iglesia por completo, la chica cuchicheo algo con su amiga mientras salían, y una vez fuera volvió a mirarle, Eamon se apresuro a salir tras ellas, pero en ese instante el doctor Casey que se encontraba a la salida acompañado de su familia le llamo.
Tras las presentaciones correspondientes y un rato de charla tanto con el párroco, el alcalde Dorsey y el doctor Casey y sus familias, Eamon recorrió el pueblo paseando con la esperanza de volver a ver a la joven, y regreso al hostal con los ánimos por los suelos.
Durante los siguientes días Eamon fue adaptándose al hospital y en sus ratos libres seguía recorriendo la ciudad y los alrededores en busca de alguna vivienda para alquilar, finalmente en Mannion’s Bar mientras tomaba una pinta de cerveza, charlando con  Seán uno de los parroquianos asiduos del bar, le comento que hablase con Pádraig Mac Carthaigh, el tendero de Market street, pues tenía una casa vacía no muy lejana del pueblo.
Eamon al día siguiente fue a hablar con Mac Carthaigh, vieron la casa, y tras discutir el precio largamente, llegaron a un acuerdo de alquiler con una opción de compra a partir de los dos años, sellaron el trato con un apretón de manos y una pinta de cerveza.
Aquel mismo día Eamon cogió su maleta se despidió de la señora King y recorrió las casi dos millas de distancia por Doonen Road hasta la casa, no es que fuese un palacio, y tampoco estaba muy limpia, pero para él era amplia, con dos habitaciones, un baño, cocina y salón con chimenea, tenía un altillo donde podría guardar cosas con el tiempo o si llegaba a comprarla y tener familia incluso podría construir una escalera y un par de habitaciones arriba, los muros de piedra eran sólidos, y el tejado de pizarra no parecía tener goteras, los muebles eran escasos y viejos, y tenía un anexo donde guardar leña y aparejos para la labranza, estaba próxima a la carretera, pero al mismo tiempo solitaria, por lo cual aunque los vecinos no distaban a mucha distancia, tampoco le iban a molestar en  demasía por su proximidad, se sintió feliz de tener un lugar para él.
Era el primer domingo de Abril de 1963, y todo comenzaba a ir sobre ruedas para Eamon, se despertó temprano y tras desayunar se dirigió a St. Joseph's con la esperanza de poder volver a ver aquellos enormes ojos verdes y la sonrisa que lo habían hechizado una semana antes, esperó pacientemente cerca de la entrada para así poder verla llegar, muchos parroquianos ya le saludaban cuando entraban, con un “buenos días doctor” cuando la vio aparecer con su compañera de la semana anterior, caminaban con apuro por la suave llovizna que parecía acompaña al pueblo día si día también, sus miradas se cruzaron en la distancia, y su sonrisa volvió a dibujarse en rostro, ellas se situaron en el mismo lugar en el que las vio por primera vez, y cada poco se volvía a mirarlo. Eamon no tenía ojos para nada más y le costaba poder seguir el contenido de la misa, al finalizar la espero a la salida, y se acerco a ellas, que se vieron sorprendidas ante tal acto.
-Buenos días señoritas, soy Eamon Dhomhnaill.- mientras tendía su mano en presentación a las dos jóvenes.
-Buenos días doctor, soy Aoife Ní Chróinín.- le tendió ella la mano con una sonrisa, ese pequeño contacto de escasos segundos mientras sus miradas se encontraban hizo recorrer como un rayo lleno de electricidad por la espalda de Eamon.
-Vamonos, como nos vea padre nos mata.- comento la otra chica mientras tiraba del brazo de Aoife arrancándola de su lado, Eamon trato de seguirlas pero se vio detenido por alguien que le agarraba del brazo, se volvió y allí estaba Seán O’ Conaola, mirándolo fijamente y con cara de pocos amigos,  y su gorra calada hasta las cejas.
-Chico, chico, chico, esto no es Dublín, aquí las cosas no se hacen así.-mientras meneaba la cabeza en signo de desaprobación.- tendrás que hablar con la viuda O’ Cleirigh, vamos a tomar una pinta y te lo explico.- mientras Eamon veía como Aoife se alejaba con su hermana volviendo la cabeza de vez en cuando para echarle un vistazo.
Mientras tomaban una pinta, Seán le fue comentando los pormenores de cómo se hacían allí las cosas, y después de eso se acercaron a casa de la viuda O’ Cleirigh, una de las dos personas encargadas en el pueblo de tramitar los asuntos del corazón. Tras un té donde le expusieron el caso a la viuda O’ Cleirigh, esta se levanto con una sonrisa en la cara.
-hablare primero con la joven de los Chróinín, si ella está de acuerdo, después iremos a hablar con sus padres, y si ellos aceden, podremos dar comienzo al cortejo, después solo el señor dirá.
A los pocos días, y tras hablar con la familia, dieron por iniciada la relación de noviazgo, pero tendrían que ir acompañados en todo momento por la viuda O’ Cleirigh cada vez que estuviesen juntos, la noticia corrió por Clifden como reguero de pólvora.
Los siguientes meses transcurrieron entre paseos por las tardes, y visitas a la casa de Aoife, conociendo poco a poco a la familia, y ganándose el respeto de la ciudadanía con su trabajo y educación, hacia el mes de septiembre decidieron casarse, y una esplendida mañana del 15 de Septiembre de 1963 Aoife le dio el “si quiero” a Eamon, inmediatamente se fueron a vivir a la casa de Eamon, y pocos meses después ejercieron la opción de compra que tenían sobre la casa de Pádraig Mac Carthaigh, entre 1964 y 1970 Eamon y Aoife tuvieron cuatro hijos, pero todos varones, y Aoife suspiraba por una niña.
En Agosto de 1971 Eamon regreso un día a casa con un par de pintas demás, aquel día le había realizado la cuarta cesárea a la señora Gairbhéith, su marido era un vago y un borracho que nunca se preocupaba de nada más que de tener dinero para unas pintas, que la maltrataba a ella y a los niños, y ya era muy peligroso que hubiese tenido cuatro cesáreas, como para que pudiese volver a quedarse embarazada, así que sin decirle nada a ella, decidió hacerle una ligadura de trompas, no consideraba que fuese justo que esa mujer siguiese sufriendo más y trayendo más niños al mundo a riesgo de su propia vida, por culpa de un mal nacido.
Al llegar a casa, se lo conto a su mujer y lloro por lo que había hecho, Aoife poco a poco fue consolándolo y acabaron haciendo el amor bastante de madrugada.

Hacia mediados Abril, después de desayunar y regresar de misa, estaban sentados en el salón, Aoife estaba remendando unas prendas de los niños, mientras Eamon leía tranquilamente Iris Republican News, de vez en cuando levantaba la vista del periódico para comentarle a Aoife alguna noticia, y le echaba un vistazo, su abultada barriga le tenía preocupado, ella con su melena rizada le sonreía y miraba con ojos llenos de paz y ternura, pero él seguía preocupado, ella había pasado mala noche, y cada vez llevaba peor el embarazo, deseaban que fuese niña, y cuando menos se lo esperaba Aoife soltó un chillido de dolor, Eamon salto como un resorte, las contracciones habían comenzado y Aoife había roto aguas, inmediatamente salieron disparados para el hospital.
Seis horas después de aquel 16 de Abril de 1972, ya en la habitación, Aoife con cara de agotamiento tenia a la niña en sus brazos, Eamon no paraba de sonreir, la miro mientras la bebe le agarraba un dedo.
-¿Cómo la llamaremos?- Aoife sonrió, miro la bebe
-Niamh, porque brilla con luz propia.
Sonrieron y se besaron, por fin tenían una niña.

César Gorín
8 de Enero de 2012