“UNA NOCHE APASIONADA”
Recorría aquella noche el pequeño
pueblo pesquero, de local en local con mi amiga Isabel, cervezas, cubatas, en
una espiral totalmente explosiva, acabamos bailando en mitad de la pista de la
pequeña discoteca del pueblo, yo la verdad es que trastabillaba, pero dada la
situación era normal, me había escapado de Luis después de la discusión
matutina, ni quería aguantarle sus
sandeces, ni tenía ganas, así que me recorrí los 55 kilómetros hasta el pueblo
de Isabel, a mis casi cuarenta necesitaba algo más en la vida, así que el
alcohol fluía y yo me dejaba llevar entre risas.
Estaban sonando los Duran Duran, y yo
cubata en mano movía las caderas en vaivén, cuando una mano me toco en el hombro
y al girarme solo vi un adolescente barbilampiño, vi aquellos ojos verdes
mirándome con un brillo intenso que me profundizaban hasta el alma, y que no se
apartaban de los míos ni para respirar.
-Seño, ¿se acuerda de mí? Soy Carlos
Rodríguez
Aquellos ojos no dejaban de mirarme
introduciéndose en mi alma, y sin saber como había sucedido aquel ex alumno que
tres años antes me miraba con ojos de cordero degollado mientras daba la clase
de inglés, rato después estaba introduciéndome la lengua hasta la campanilla, y
cuando me di cuenta estaba apoyada contra el dique de abrigo con unas poderosas
manos en el trasero y una tiesura apretándome las ingles, hacía tiempo que no
sentía una dureza así en mi entrepierna, y entre el efecto de las copas, el
deseo contenido en aquel joven cuerpo, me deje llevar al tiempo que mis manos
bajaban sacando de entre sus pantalones aquella ferocidad que estaba quemándome,
y mientras entraba en mi cerré los ojos para disfrutar sin acordarme para nada
de que no llevaba condón.
De camino de regreso al hogar, solo
esperaba que Luis estuviese dormido, y yo poder simplemente acostarme, ya me arrepentiría
al día siguiente de mis actos.
César Gorín
5 de Agosto del 2012
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