“¿A QUE HUELEN LAS ALMAS?”
-Mama, ¿a que huelen las almas?-Rosa
miro sorprendida a su hija, mientras paseaban por el parque, contemplando las
primeras hojas caídas por el otoño.
-¿Porque me preguntas eso Ana?
-Porque me gustaría saber a que huelen
las almas mama.
Rosa continuo avanzando en dirección a
la fuente grande, con Ana agarrada de su mano.
-Depende cariño, huelen a muy diversas
cosas, las hay que huelen a rosas, otras o incienso, otras a perfumes, y las
que son malas huelen a caca, tienen olores desagradables, depende de cómo fuese
la persona en vida.
Ana estaba seria y pensativa, cogida
de la mano de su madre, caminaron un largo rato en silencio cruzando el parque
en dirección a casa.
-Mama, ¿a que huele el alma de
papa?-Rosa se sobresalto, ya hacía seis años que su marido había muerto en
aquel trágico accidente aéreo, pero seguía echándolo de menos, aun Ana era un
bebe, cuando ella estaba sentada a la hora de la comida y las noticia de un
extraño accidente aéreo abrió el noticiero, un escalofrió le recorrió el cuerpo
y el perfume de Juan la envolvió al instante, noto como algo la rozaba, cuando
en casa solo estaba ella con la niña durmiendo en la cuna, y supo con certeza
que ese era el vuelo de Juan.
-Mama, ¿a que huele el alma de papa?- volvió
a centrarse en su Ana, sonrió.
-Supongo que a algo bueno cariño, o
quizás a su perfume, no lo sé con certeza.
Ana corrió al baño de casa, se subió a
la tapa del baño, y rebusco entre las estanterías, bajo con un frasco de
perfume para hombre, lo destapo lo olio.
-Mama, por la noche mi habitación olía
a esta colonia.
Rosa cogió el frasco, no recordaba
haberse quedado con el después de hacer la limpieza de todas las cosas de Juan,
pero aquel era el perfume que usaba Juan cada día.
Dos lágrimas comenzaron a rodarle por
las mejillas, y al tiempo que se abrazaba a Ana, sus recuerdos de noches en las
que de repente escuchaba la música del carrusel de la cuna de Ana, y ella
estaba despierta sonriendo, mientras su habitación olía a aquel perfume se agolpaban en su cabeza.
César
Gorín
7 de Octubre del 2012
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