¡RESPIRABA!
¡Respiraba!, si respiraba y estaba
vivo, intente levantarme del suelo, pero me dolía todo el cuerpo, el hombro,
las costillas, las piernas, era un dolor generalizado y agudo. Poco a poco me
levante, estaba mareado, todo daba vueltas a mi alrededor, sangraba por una
rodilla y estaba lleno de arañazos, mire un par de metros más arriba, allí
estaba la bicicleta bastante destrozada, con gran esfuerzo subí los metros que
me separaban de la carretera entre pinos, tenia suerte de no haberme roto la
cabeza contra uno de ellos, el casco había hecho bien su trabajo, protegiéndome
y salvándome.
En la subida rebusque en la pequeña bolsa
que llevaba en el cuadro, saque el móvil puse en funcionamiento el gps y llame
a emergencias explicándoles donde estaba y lo que había sucedido.
Mientras esperaba los servicios médicos,
mi mente no dejaba de pensar en el cabrón que al adelantarme no se había separado
y me había cruzado el coche delante haciendo que me cayese por el terraplén,
deseaba que se estrellase con su puñetero coche y se matase.
A mi salida del hospital horas más
tarde, tenía la clavícula y varias costillas rotas, magulladuras y cardenales
por todo el cuerpo, estaba lleno de calmantes para el dolor, pero respiraba, y
daba gracias de poder contarlo.
César Gorín
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