miércoles, 9 de noviembre de 2011

“DE AYER A HOY”


“DE AYER A HOY”

Estaba delante de la olla, echando dentro los trozos de Jurel al agua, me volví y me vi sentado cincuenta años antes  junto al fuego, contemplando como mi abuela hacia lo mismo que yo hoy, viéndola trocear el pescado después de descamarlo, como echaba la sal y el laurel a la olla, en aquella agua que se calentaba en la cocina Bilbaína, pelando pausadamente las patatas que cocería en esa misma agua, sus manos arrugadas sosteniendo con firmeza el cuchillo, con aquella falda negra y su viejo delantal a rayas, siempre con una sonrisa amable, siempre con una caricia o un abrazo a tiempo, sus ojos cansados siempre chispeaban al verme, y como lentamente iba echando los trozos de jurel dentro de la olla, como degustando la acción.
En ese mismo lugar donde cincuenta años antes estaba yo sentado, hoy estaba mi nieto, que no paraba en la silla con su infernal maquinita entre sus manos, sin prestar más atención que a lo que allí sucedía.
Puse los dos platos con comida en la mesa, el niño miro la comida torció la cara con un mal gesto.- Jope abu, pescado, ¡vaya mierda!.
Me quede mirándolo sorprendido, mientras él volvía a enterrar sus ojos en aquella pantalla.
-          Apaga la maquina y ponte a comer, ya verás cómo te gusta, un pescado riquísimo, seguro que nunca lo comes, solo hamburguesas de esas que no sabes ni de que animal es la carne, o pizzas que están hechas con harina de sabe que.
Mi  hija volvería a por el niño aquella tarde, y la verdad yo ya estaba harto de tan malas contestaciones, tanta insolencia y mala educación, así que estire la mano, le quite la máquina de entra las suyas, me la guarde en el bolsillo, y con la mirada más fiera que pude ante su sorprendida mirada, le solté con un tono bastante enfadado.
-          Come y calla, y no te levantes de la mesa hasta que lo hayas acabado todo, después te sales a la Hera y juegas un rato con la imaginación, cuando venga tu madre a buscarte y te vayas te devolveré tu maquinita, mientras tanto nada de protestas, ni malas palabras, por que te doy con el bastón.
Al niño le caían dos lagrimones por sus pálidas mejillas, pero no abrió la boca, se puso a comer el pescado en silencio mientras yo hacía lo mismo con el mío, y mi mente regresaba momentáneamente a cuando me sentaba en esa misma mesa y comía con mi abuela, saboreando cada trozo de jurel, y ella entre risas me contaba alguna historia “da santa compaña” de las que yo no me perdía ni palabra.


César Gorín

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jueves, 22 de septiembre de 2011

“NUEVE OLAS”


“NUEVE OLAS”

María estaba sentada entre los brazos de Joaquín en la playa, la luna menguaba aquel 26 de Agosto pero el cielo despejado mostraba un manto de estrellas, las vacaciones tocaban a su fin y María a sus 45 años sabía que ya no le quedaban muchas oportunidades de ser madre, en un principio lo habían retrasado por el trabajo, mas tarde los niños no querían venir, y aunque habían recorrido diferentes especialistas y todo estaba perfecto, no venían.

María miro su reloj regalo de Joaquín, ya pasaba de medianoche unos segundos, se levanto, sonrío mirando a Joaquín, a pesar de su falta de pelo aun seguía siendo atractivo.- Me apetece bañarme, ¿vienes?.- Joaquín la miro un poco sorprendido.

-No cari, que después me enfrío y ya sabes que pasa.- María se encamino hacia el mar al tiempo que se desnudaba, se adentro hasta que el mar le daba por el vientre, cerró los ojos y comenzó a contar las olas dándole a esa altura, una, dos, tres… ocho, parecía como si el tiempo se hubiese parado y nueve, dio media vuelta y volvió a los brazos de Joaquín.- esta fría, pero riquísima.- Joaquín la abrazo con fuerza para darle calor y la beso suavemente en el cuello.

Cuando llegaron al hotel, María lo tenía preparado todo, el cava, las velas, la música suave, hicieron el amor un par de veces, para quedarse dormidos abrazados.

Al amanecer María se estaba vistiendo silenciosamente, pero Joaquín se despertó ante su falta de la cama.- ¿A dónde vas?.- María se sobresalto, le beso suavemente.- sigue durmiendo cari, necesitas descansar y a mí me apetece dar una vuelta antes de marcharnos.- Joaquín sonrío y volvió a cerrar los ojos, María bajo apuradamente y se dirigió a la ermita de la virgen, en el promontorio de la playa, le dejo su ofrenda tras rezarle unas oraciones y realizarle una promesa de regreso al año siguiente si se cumplían sus peticiones.

Dio un largo paseo por la playa de la Lanzada como despedida, antes de regresar al hotel para desayunar, recoger las maletas y emprender el camino de regreso a Madrid.

Un mes y medio después, tras tener una falta su ginecólogo le dio la gran noticia y tanto tiempo esperada, por fin estaba embarazada, inmediatamente llamo a Joaquín a la oficina para darle la noticia, y esa noche se durmió de nuevo entre los brazos de Joaquín sabiendo que por fin tendrían el regalo más esperado.

El segundo día de agosto del año siguiente, María visito la ermita de la Lanzada con su niña en brazos, para en agradecimiento ofrecérsela bajo su manto y protección, y bautizarla en aquel lugar que para ella era ahora tan especial.

César Gorín

22 de Septiembre del 2011

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viernes, 16 de septiembre de 2011

“LOS LIMPIADORES”


“LOS LIMPIADORES”

Estábamos allí los tres, el matemático, el imbécil y yo, embutidos en aquellos trajes de plástico, el matemático nos miro al tiempo que abría una botella de lejía.- Calculo que nos quedan menos de dos horas antes de que venga alguien, así que apurando.- el imbécil comenzó a limpiar la sangre en la escena del crimen, mientras el matemático recogía todo lo que fuese sospechoso y limpiaba las posibles huellas, yo mire los cadáveres de la mujer de Nick el gordo y el de aquel vendedor de Philadelfia en la bañera, encendí la sierra eléctrica y comencé el trabajo.

En menos de una hora y media estábamos abandonando aquel motel en dirección al desierto, con unas cuantas bolsas de basura de las que deshacernos, sentado en la furgoneta sonreí en silencio, aquel trabajo comenzaba a gustarme.

César Gorín

16 de Septiembre del 2011

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jueves, 25 de agosto de 2011

“EN EL RESTAURANTE”


“EN EL RESTAURANTE”

Carmen y Antonio me habían recibido en su restaurante como a un hijo desde el primer día, eran muy afables y cariñosos; Carmen cercana a los cincuenta, era de mediana estatura, de cabellos rubios y ojos verdes, siempre vestía con una blusa blanca adornada con un lazo granate al cuello, una falda negra, y zapato de tacón, era la dueña del restaurante y la jefa de sala; Antonio era moreno con ojos castaños, el pelo ya encanecido, un poco más alto que Carmen, era el cocinero y por lo que me había enterado, se habían casado hacia quince años, poco después de que él comenzara a trabajar en el restaurante, no tenían hijos, aunque nadie sabía muy bien el por qué, yo trabajaba abajo en la cocina, con Antonio y con Julia la otra cocinera, teníamos una puerta que daba acceso directo a un callejo, subías unas escaleras y ya estabas en la calle principal, normalmente nosotros entrabamos por allí, pues llegábamos antes que nadie, y por esa misma puerta entraban los suministros para el almacén que estaba pegado a la cocina, de vez en cuando salía a respirar un poco de nicotina al callejón,

Antonio siempre me insistía en que debería dejar de fumar, si aun no había comenzado lo fuerte Julia me acompañaba, era una mujer de poco mas de 30 años, prima segunda de Carmen, morena de ojos negros y con unos kilitos demás, estaba separada y tenía dos niños que estaban con sus padres en España, yo cuando no estaba pelando patatas o picando verdura para las ensaladas, estaba fregando cacharros a destajo, el restaurante funcionaba muy bien.

Yo trabajaba los sábados y domingos, y por la semana estaba un chico brasileño, por lo tanto en la cocina el idioma oficial era el Gallego, mi primera obligación los sábados era llegar con el Marca, tenía que comprarlo en un quiosco a la salida de Notting Hill Gate, y después bajar hasta Earls Court, Antonio le echaba un vistazo con el café de la mañana, antes de ponerse a trabajar y después de comer lo releía en profundidad, yo en la cocina veía cosas raras, al principio lo achaque al trabajo, cosas casuales, pero después ya me parecían demasiadas casualidades, entre Antonio y Julia, había roces no necesarios, miradas picaras, pero no suponía que pasase de ahí, un sábado que se había quedado a dormir Jenny, madrugamos pues ella debía de regresar temprano que tenía un evento, y llegue antes de tiempo al restaurante, la puerta estaba abierta, entre y escuche unos quejidos desde el almacén, me acerque despacio, pues pensaba que había entrado alguien a robar, la puerta estaba un poco entreabierta, y allí estaban Antonio con los pantalones bajados, y Julia casi sin ropa en plena faena, me quede unos segundos anonadado, sin saber muy bien lo que hacer, decidí salir otra vez en silencio, subí las escaleras que llevaban a la calle principal, encendí un cigarro y me quede pensando, no tenía ni idea de que hacer, deje pasar un buen rato antes de volver, a mi regreso baje haciendo bastante ruido, allí estaban preparando el café, le di el marca a Antonio, tome mi café y me puse a trabajar, no dije mucho durante el resto de la jornada, y me daba vergüenza mirarles, después de verles de una forma tan intima, nunca más volví a llegar antes de tiempo.

Algún tiempo después, cuando atravesaba por Kensington Gardens, vi a Antonio con julia paseando muy abrazaditos por el jardín Italiano, ellos no llegaron a verme, pero me daba pena por Carmen pues era una mujer estupenda.

Cuando tiempo después decidí regresar a España, Carmen me dijo que el lunes fuese a cobrar, que comiese allí con todos como despedida, los Lunes era el día que Antonio libraba, y se iba a jugar todo el día a golf con unos amigos al club, después de comer los compañeros me hicieron unos regalos, y poco a poco se fueron marchando, Carmen me mando subir al despacho que estaba arriba, -Espérame arriba que ya subo a pagarte lo tuyo,- allí solo había estanterías una mesa con una silla, y un sofá con una mesilla, ella a veces subía a echarse una siestecita allí, eso lo sabíamos todos, preferí esperar de pie, pues en realidad aquella era la segunda vez que subía allí, al poco entro ella con una bandeja dos cafés y un par de chupitos, nos sentamos y me estuvo preguntando que tenía pensado hacer, que si no encontraba nada en España allí seria siempre bien recibido que siempre tendrían un sitio para mi, de repente comenzó a llorar, me miro con lagrimones en los ojos, y me soltó un –Se que sabes lo de Antonio y Julia, el día que los pillaste abajo yo estaba saliendo del restaurante cuando te vi bajando las escalera, me metí en el coche y te vi como volviste a subir en menos de un minuto.- me quede boquiabierto, mirándola como un bobo, me conto que hacía algún tiempo que sospechaba que Antonio tenia a alguien, pero no pensaba que era su prima, aquel día lo había seguido y los había visto abajo, ella no supo como racionar y prefirió marcharse del local en aquel momento, lloraba amargamente abrazada a mí, yo no sabía cómo reaccionar en aquel momento, me agradeció mucho que no lo hubiese divulgado entre los compañeros, no sé como sucedió todo pero de repente me encontré con Carmen besándome, y en un nada ella estaba encima de mí, sin parar de besarme, las manos dentro de mis pantalones, la falda en la cadera y antes de que dijese nada, comenzó a cabalgar de una forma salvaje, incluso haciéndome daño, cuando por fin acabamos, se levanto tapándose rápidamente, se acerco a la mesa saco un sobre con mi nombre y me lo entrego.-Va algo más de dinero, yo sé que no andas sobrado y que lo vas a necesitar mientras no encuentres algo allá.- se abrazo a mí y me dio las gracias por todo, me fui muy avergonzado y sin abrir el sobre.

En las navidades siguientes ella vio a pasar unos días a España, me llamo y comimos juntos, me conto que había decidido divorciarse de Antonio, y reiniciar una nueva vida, entre nosotros no volvió a suceder nada, supuse que ella aquel día decidió descargar todas sus tensiones así, o lo hizo como venganza, nunca se lo pregunte, solo que cada vez que venía a España me llamaba y reservaba un día para comer o cenar conmigo.

César Gorín

17 de Agosto del 2011

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miércoles, 24 de agosto de 2011

“I love you and will always love you”


I love you and will always love you”

Tras el apresurado abandono de Niamh y un fin de semana de locos con Eva, casi sin dormir me despedí de Eva en Heathrow el domingo a última hora, prometiéndola llamarla la primera cuando regresara a casa; al volver a la residencia estaba toda la habitación bastante revuelta, así que me puse a recoger un poco, en una esquina en el suelo estaba la hada que Niamh se había traído consigo, la primera vez que la vi me dijo que era una Áes Sídhe que se había encontrado desde pequeña, y que siempre la protegía desde entonces, la recogí y me la quede mirando un buen rato, sabía que mi comportamiento no había sido el más noble aprovechándome de una amiga para quitármela de encima, puse la hada sobre mi mesilla, y cada noche me quedaba durmiendo mirando aquella hada, se que Niamh paso por casa, entre otras cosas porque encima de la cama me dejo las llaves, y una nota pisada por la hada, “ya no tengo nada mas mío aquí, la Áes Sídhe puedes quedártela, espero que te de la misma suerte que a mí”.

Cuando conocí a Jenny las dos primeras semanas estaba todos los días conmigo, pero pensé que se aburriera pronto, pues de repente sus costumbres cambiaron, tanto no daba señales de vida en tres días como después se quedaba a dormir por semana dos noches seguidas, como un domingo a las 8 de la mañana estaba llamándote a la puerta con un chándal y sudada como si hubiese corrido una maratón, desde un principio me dijo que no quería nada serio, que lo nuestro era amistad y sexo, nada más, para mí era perfecto, lo que necesitaba después de Niamh. Estaba pensando en comprarme uno de esos teléfonos móviles que estaban comenzando a usar la gente, Alberto tenía un Motorola con funda y todo, parecía un cowboy con el a la cintura, y yo no quería eso para mí, pero solo tenían dos o tres modelos en Mercury One2One, como no tenía mucha solvencia decidí buscarme algo para los fines de semana, y comencé en la cocina de un restaurante español en Earls Court, como no de lavaplatos y pinche, pero así tendría algo más de solvencia y Jenny lo tendría más fácil para localizarme sin tener que estar esperándome en las escaleras de casa a que llegase, aunque siempre lo hacía con alguna sorpresa, como una botella de vino blanco y comida china, un bote de nata y cerezas, sushi y sake, o simplemente una botella de jengibre de chocolate. Ya pronto tendría que regresar a casa, pero estaba meditando el quedarme un mes más, en el restaurante el pinche que estaba por semana se iba de vacaciones a su casa, y me habían dicho que si quería me quedaba yo mientras no regresaba él, me lo estaba pensando, era un mes más para estar con Jenny, y después de las vacaciones igual volvía para Londres y me buscaba algo por allí, me daba cuenta de que Jenny me gustaba más de lo que quería admitir, una de las noches que se quedo a dormir, como siempre venia con un bolso de mano con una muda para la mañana siguiente, un neceser con sus cosas, y alguna sorpresa más dentro.

Pues esa noche fue muy insistente, como si quisiera dejarme sin fuerzas, por la mañana cuando desperté ya no estaba, y encima de la mesilla me había dejado un sobre, al abrirlo dentro había una nota a mano “para mi seria esencial que asistieses, deseo tenerte cerca ese día” y una invitación a una boda, me quede desencajado, era su propia boda con un tal William, estuve un largo rato sentado, fumando y como narcotizado, estaba conmigo y en cambio se iba a casar con otro, no conseguía entenderlo. Habían pasado varios días y después de hablar con Alberto, el cual me explico que Jenny llevaba varios años con William y la boda estaba planificada hacia más de un año, decidí que no me quedaría en el restaurante, acabaría y me iría para casa; después de dejarlo todo preparado, la maleta hecha, recuperado la fianza de la residencia, la ropa para el día siguiente preparada, me fui a dar un paseo por Kensington Gardens, hasta que llegue a “The Elfin Oak” me quede sentado enfrente hasta la hora de cierre, un guardia me aviso de que ya iban a cerrar, del bolsillo saque la Áes Sídhe de Niamh, y le dije que me marchaba a España, que esa hada me la había dado mi ex novia cuando me dejo, y que creía que en el roble era su mejor sitio, se me quedo mirando un poco, saco un manojo de llaves, abrió la jaula y me dijo, “venga rápido que nadie te vea”, la metí por un hueco y me salí corriendo, se lo agradecí “vete antes de que te tenga que multar por estar aun aquí”.

De regreso a casa, allí estaba Jenny, sentada en las escaleras, mirándome, llevaba dos semanas sin verla, y no sabía que hacia allí, se casaba al día siguiente, la mire, estaba hermosísima, con un vestido blanco con vuelo, y zapatos de tacón de salón a juego, parecía Marilyn pero con melenas, la invite a pasar, no hablamos mucho, me dijo que solo quería verme antes de casarse y despedirse antes de que me fuera, al amanecer cuando se levanto de la cama, mientras se vestía con la luz que entraba de la calle, me pareció más hermosa que nunca, y si me hubiese pedido en ese instante que me quedase, lo hubiese hecho sin dudarlo, cogió a tientas un bolígrafo, garabateo algo en un papel a oscuras, y se fue con los zapatos en la mano, me levante a oscuras, me acerque a la ventana y la vi cruzar la calle, abrió un coche que ni siquiera sabía que tenía, miro unos segundos hacia la ventana, como dudando, por unas decimas de segundos algo me pareció ver brillar en su cara, se metió en el coche y arranco, encendí un cigarro, después la luz y cogi la nota que había garabateado, solo ponía I love you and will always love you” Jenny.

Por la mañana entregue la llave y me traslade al aeropuerto de Gatwich, y mientras el focker 50 comenzaba su despegue mire el reloj, era la hora en la que Jenny estaba casándose, dejaba atrás tres pedacitos de mi corazón, Niamh que seguro que me odiaría el resto de su vida, Jenny la cual prefería casarse con otro hombre, de esos dos pedacitos no tenía idea de lo que seria, ni si algún día volvería a saber de ellas, el tercer pedacito estaría ahí esperando mi regreso, siempre mi Kensington Gardens.

César Gorín

11 de Agosto del 2011


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martes, 23 de agosto de 2011

“POR UN PARTIDO DE FUTBOL”


“POR UN PARTIDO DE FUTBOL”

Alberto, un compañero de clase, hijo de emigrantes de cerca del pueblo de mis padres, que llevaba quince años viviendo en Londres, me invito a jugar al futbol el sábado por la mañana, solían jugar cada sábado un partido con compañeros del centro gallego contra otro grupo de amigos ingleses. En un principio rechace la oferta pues los sábados por la mañana era día de colada, tenía que ir a la Lavandería, pues no teníamos lavadora en la residencia donde vivía, y después me acercaba al Tesco o al Sainsbury’s a hacer la compra semanal, mas tarde planchaba y ordenaba mi tigrera, comía y después estudiaba un rato antes de salir a dar una vuelta con los compañeros, o simplemente ir al pub, pero después de que Alberto me insistiese unas cuantas veces acepte, necesitaba descargar algo la adrenalina que se estaba acumulando tras la marcha de Niamh, a pesar de sus constantes celos, la echaba de menos, así que un partidillo no me vendría mal, y las cosas las podía hacer después de comer. A las nueve de la mañana estaba con una botella de agua, una pequeña toalla de manos, y ropa deportiva en la cafetería cercana a The Serpentine en Kensington Gardens, llegue puntual como si fuese inglés, y allí estaban, a varios ya los conocía del centro gallego en Oxford Street, y a más de la mitad no los había visto nunca, casi todos eran del otro equipo, alguien trajo una nevera llena de cervezas para después del partido, y todos nos fuimos para una zona más abierta un poco más al sur, unos pusieron unos palos como delimitación de los corner, otros los pusieron como porterías, lo tenían todo preparado, estiramos un poco y a jugar, a los cinco minutos no podía con el culo, y cada dos por tres me iba a beber agua, cuando paramos a la media hora, mis piernas se arrastraban por el campo hacia la bolsa con la toalla, no me salía nada, cada balón que tocaba o lo perdía o lo mandaba fuera, ni un solo regate, ellos estaban en mejor forma de lo que yo me encontraba. Cuando me senté al lado de Alberto, se presento su hermana Iria con una amiga, hablaron unos segundos y se sentaron un poco más alejadas cuchicheando, le pregunte que hacían allí, y me conto que a su hermana le gustaba uno de los del otro equipo y cada sábado venia a ver el partido para poder verlo, volvimos al partido, pero todo seguía igual, ellos nos estaban dando una paliza, y yo estaba más tiempo en el césped que de pie, de repente sin saber cómo me aparecieron las fuerzas, en un cambio de ritmo después de llevarme a un par de los del otro equipo, me plante solo delante del portero, me cerro bien pero conseguí regatearlo, le di a la pelota, ya casi estaba cantando gol, pero la cruce demasiado y lo único que conseguí fue que el palo que hacía de poste apareciese un par de metros más atrás, lo único que realmente hice en todo el partido. Cuando acabamos me fui a buscar mi toalla y una cervecita que sabía que me estaba aguardando, pero mi toalla no aparecía, estaba la sudadera, la bolsa, pero la toalla estaba delante de mis ojos colgada de una mano, de la otra una cerveza, cuando levante la vista vi unos preciosos ojos azules que me miraban, “hola, soy Jenny y creo que buscas esto”, le di las gracias me puse la sudadera, me seque bien la cara y me puse la toalla al cuello, para después abrir la cerveza y darle un buen sorbo, estuve unos minutos de charla con ella, yo no quería saber nada de mujeres en aquellos momentos, aun estaba escocido con Niamh, pero no sé como al rato estábamos hablando de nuevo y sin saber cómo sucedió, de repente me encontré besándome con ella. Jenny era una de esas mujeres con cara redondita, media melenita rubia casi platino, ojos azules y grandes como platos, cadera ancha piernas poderosas, y busto llamativo, podías mirarla y perderte entre los encantos de su belleza, pero lo que más te atraía era la dulzura de su voz, cálida y suave que te atrapaba como una tela de araña, quizás fue eso lo que me atrajo de ella, o el pequeño lunar que tenia al lado de la ceja izquierda, me fui para casa después de despedirme de Alberto, el cual se reía como si supiese algo que yo no sabía.

Había quedado Con Jenny en la puerta de Starbucks de Covent Garden, fuimos a tomar algo a un pub, y poco a poco el cielo de sus ojos se fue convirtiendo en mi cielo; por la mañana cuando me desperté tenia pegado a mi lado un maravilloso cuerpo de 21 años, y unos labios besuqueándome toda la cara. A veces las cosas suceden por que tienen que suceder, no porque uno quiera que pasen o quiera que no pasen.

César Gorín

10 de Agosto del 2011

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“EL DEVOTO DE KENSINGTON GARDENS”


EL DEVOTO DE KENSINGTON GARDENS


Recorría Kensington Gardens como cualquier otra mañana de primavera, cuando mis necesidades fisiológicas llamaron a la puerta, sabiendo cómo se las gastaban los Bobby a los que se salían del tiesto, preferí acercarme a unos servicios públicos que a cualquier arbusto más cercano, pero al entrar me sorprendió el verlo tan concurrido como un pub el sábado por la noche, sospechando lo que allí sucedía, me busque un habitáculo libre, y cuando pude abrir una puerta, allí arrodillado en el suelo y rezándole a un cuerpo de ébano un cincuentón me miro sorprendido, y se ofreció a que yo fuese su siguiente menú, amablemente rechace la oferta, y busque otro habitáculo pero esta vez libre.

Pasados unos días, mientras degustaba una pinta con Jenny, una voluptuosa rubia que había conocido la noche anterior, y que amablemente me había perfumado las sabanas con sus aromas, vi como entraba en el pub en el que estábamos, el caballero tan devoto de rezar en aquel baño público, acompañado por una mujer que parecía ser su esposa, al cabo de un buen rato, y un par de pintas más, me disculpe de Jenny unos minutos para ir al baño, después de esperar un par de minutos en la puerta, de allí salió el caballero aquel acompañado de otro de menos edad, que aun se estaba abrochando los vaqueros. Eso me recordó que el pub de Gloucester Road, del cual era últimamente bastante asiduo, había una pizarra con todas las marcas de cervezas que tenían, y al lado dibujados la cantidad de vasos, correspondientes al record de pintas consumidas de cada una de ellas en un solo día por una misma persona, yo llevaba tiempo detrás del de la guinnes, y cuando estaba a punto de batirlo siempre le añadían una más, correspondiente a un viejo irlandés que siempre estaba sentado en una esquina, y no me dejaba batirle, finalmente desistí del intento de batir tan codiciado record, y me imagine al caballero devoto, intentando batir algún record de rezos, para figurar en la pizarra imaginaria de los urinarios públicos, al finalizar la pinta que me estaba tomando con la dulce Jenny, nos fuimos a seguir perfumando las sabanas, para no volver a ver nunca más al devoto caballero, ni pisar nunca más los urinarios públicos de aquel lugar.

César Gorin

7 de Agosto del 2011

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domingo, 21 de agosto de 2011

“EL VUELO”


“EL VUELO”

Luis me miraba sonriente, yo tenía un cabreo bastante bueno, aun con el casco en la mano trataba de explicarle lo sucedido.

-De verdad Luis no lo entiendo, iba en subsónico, en 0,7 a 10.000 pies cuando la torre me avisa de que me acercaba al Moncayo, mira que tengo pasado veces por ahí, me dicen “por rumbo uno cero ocho” y eso hice, puse rumbo uno cero ocho, iba con una altura más que suficiente, y de repente mi ala derecha choca contra unos árboles, automáticamente pierdo el control y doy al botón de eyección del piloto, y no funciona, ¡no funciona!, ¿tú te lo puedes creer?, y no sé porque me encuentro ahora aquí contigo, si hace años que no nos veíamos, por cierto ¿tú no habías caído en Yugoslavia?.

Luis me mira sonriente, me paso un brazo por encima del hombro y me indico hacia adelante mientras me decía.- Eso ya no importa Juan, ahora vas a comenzar una nueva vida aquí, no te preocupes por nada, este es un lugar maravilloso que te encantara.- al tiempo que atravesábamos unas enormes puertas entre las nubes.

César Gorín

21 de Agosto del 2011

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“JUNTO A PETER PAN”


“JUNTO A PETER PAN”

La hierba de Kensington Garden aun estaba húmeda, pero el sol calentaba con fuerza, no tardaría en secarla, decidí tumbarme en ella de todas formas y como no podía concentrarme en la lectura de mi libro, me dedique a contemplar un par de ardillas, que estaban intentando robarle un sanwich a una pareja cercana, más entretenida en meterse mano que en comer, pero me impacientaba, la tardanza de Niamh no me parecía normal, tampoco me parecía muy normal que las ardillas fuesen unas ladronas, pero lo eran, la pareja ni se entero de que uno de sus sanwich estaba siendo devorado a escasos metros de ellos. Aunque no me había gustado el numerito del pub del día anterior cuando Inés, una Salmantina que conocía desde mi primer día en Londres y con la que aprendí a hacer San Franciscos, me vino a saludar amigablemente, tengo que reconocer que la reconciliación fue maravillosa. Llevaba dos días en casa y ya había cambiado todo de sitio, por la mañana me costó encontrar el café, lo que no había conseguido encontrar era el azúcar, y como Niamh se había marchado temprano y dejado una nota de que nos encontraríamos al mediodía junto a la estatua de Peter Pan, pues al vecino a pedirle el azúcar.

Comenzaba a tener una extraña sensación en el estomago, no sabía si era apetito, ansiedad por el retraso de Niamh o ambas cosas, estaba tentado a hacer lo mismo que las ardillas y robarles el otro sanwich a la pareja, pues ellos parecía que no necesitaban más menú que el uno a la otra, la entretenida pareja despertó repentinamente de su sueño, y él estaba increpando a las ardillas ladronas, compartieron el sanwich que quedaba entre carantoñas y besos, mi preocupación iba en aumento y mi apetito también, ya llevaba dos horas allí y Niamh sin dar señales de vida, el sábado avanzaba a gran velocidad pero mi reloj parecía no tener cuerda, las agujas parecían no moverse en absoluto y en cambio si avanzaban, pasaba gente para un lado u otro, parejas, grupitos, solitarios y solitarias, comenzaba a refrescar y el goteo de personas poco a poco iba siendo menor, pronto oscurecería, yo trataba de concentrarme en el libro, pero me era totalmente imposible, mi preocupación cada vez era mayor, las luces del parque ya estaban encendidas, estaban a punto de cerrar, así que me dirigí hacia la entrada de Lancaster Gate, y allí estaba ella, de pie al otro lado de Bayswater Road, con sus enormes ojos verdes que brillaban como estrellas, y su enorme sonrisa de porcelana, su melena recogida en un moño y un pichi blanco con flores rojas, mirándome con cara de felicidad, cruce la calle corriendo, y le pregunte si estaba bien, que le había pasado, mis palabras se atropellaban en la boca entre un inglés incomprensible mezclado con un castellano indecente, ella me beso con pasión, y después solo me dijo al tiempo que sacaba un sanwich del bolso, que solo quería saber cuánto tiempo era capaz de esperarla, para saber cuánto la amaba, me quede totalmente de piedra, y antes de que pudiese reaccionar volvió a besarme larga y apasionadamente, hasta que consiguió disminuir mi enfado, y hacerme olvidar temporalmente lo que había estado preocupado. Hoy lo recuerdo como una experiencia única, en lo que aprendí que no hay nada como la puntualidad con una persona, para no esta no sienta esa preocupación y desazón que yo sentí aquel día.

César Gorín

9 de Agosto del 2011

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sábado, 20 de agosto de 2011

“BAJO LA LLUVIA SIN NIAMH”


“BAJO LA LLUVIA SIN NIAMH”

Mientras sonaba Mark Knopfler en el viejo radio casete, sentado en la ventana preferida de Niamh, releía uno de sus poemas, mientras la lluvia golpeaba la ventana, y la gente corría por las calles intentando mojarse lo menos posible, echaba de menos a Niamh, a mi lado recitándome poemas incomprensibles a la oreja, mientras se abrazaba a mi tumbados sobre la hierba de Kensington Gardens, su voz suave que me acariciaba más profundamente que sus manos, y su melena pelirroja cayéndome suavemente sobre mi cara, cerré los ojos y su perfume pareció envolverme trasladándome a solo un par de semanas antes, tras salir de la ducha y su húmedo cuerpo abrazarse a mi bajo la tenue luz que entraba por la ventana, y notar sus labios sobre mi espalda, suaves, comenzando a recorrerme lentamente con sus manos, para acabar de nuevo en el mismo lugar donde habían comenzado, todos los recuerdos me invadían constantemente, así que me levante de la ventana, me puse mi vieja cazadora de piel, un gorro de lana negro que tenia, y Salí a la calle.

Pasee bajo la lluvia durante horas, sin apenas saber lo que estaba haciendo, primero recorrí Kensington Gardens, y comencé a ir a sitios donde solía ir con Niamh, hasta que me encontré en su facultad, no sabía muy bien lo que hacer, dudaba entre volver con ella, contándole toda la verdad, aunque estaba seguro que no me creería, o seguir mi camino y que el destino decidiese. Estaba sentado en frente a la puerta, cuando delante de mí se presento una chica de cabellos cortos, ojos verdes y cara de enfado.- ¿Qué mierda haces aquí?.- levante mi vista era Gael, la antigua compañera de cuarto de Niamh, no supe lo que contestarle.

-Eres un hijo de puta, ¿te parece bien lo que le has hecho a Niamh?

-¿Cómo esta ella?.-en sus ojos solo había odio hacia mí, pensé que si pudiese me daría una paliza allí mismo, Niamh y Gael aparte de compañeras de habitación, eran amigas desde pequeñas en su querida Irlanda.

-¿A ti que te parece?, la has hecho polvo, no decirle que estabas casado y que tenias un hijo, eres un verdadero cabrón, y el mayor hijo de puta que me he echado a la cara,- Gael apretaba los puños con rabia, se estaba conteniendo las ganas de soltarme un puñetazo.

Debía tener mal aspecto, porque sin más Gael se sentó a mi lado, saco un cigarro, y me miro con una cara entre asco y pena.

-Volvió a casa la semana pasada, así que aquí estás perdiendo el tiempo, dice que le queda de este año se lo va a tomar sabático, que ya verá como hace para el año que viene, tienes suerte capullo, su hermano quería romperte las dos piernas.- me miro ya creo que con más pena que otra cosa.- la verdad es que viéndote el aspecto que tienes, no creo que haga falta que te las rompan, pero te lo tendrías más que merecido, pero aun haciéndole todo el daño que le has hecho, intercedió por ti ante su familia, si no ya estarías en el hospital. Tiro el cigarro al suelo mientras se levantaba, y sin volver la vista atrás, mientras se dirigía hacia la puerta de la facultad colocándose bien la mochila sobre el hombro soltó un simple “que tengas suerte capullo”.

Me quede un rato mas allí sentado, hasta que volvió a comenzar a caer la lluvia, era como si cada gota fuese una aguja que se me clavase en la cara, según comenzaba a subir en el bus, note una extraña sensación, me di la vuelta y vi como Gael me miraba fijamente desde la ventana de la primera planta, a su lado se divisaba una sombra que se movió rápidamente a un lado, no pude distinguir quién era, pero en caso de que fuese Niamh, estaba claro que no quería saber nada mas de mi. El bus cerró las puertas tras de mi iniciando su marcha, con dirección incierta a diferencia de aquel bus, mi vida tomaba una nueva ruta que no sabía a dónde me llevaría.

César Gorín

20 de Agosto del 2011

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“LA CHICA DE KENSINTON GARDEN”


“LA CHICA DE KENSINTON GARDEN”

La niebla era espesa aquella mañana, yo volvía de la biblioteca atravesando Kensington Garden por The Broad Walk, cuando súbitamente y a bastante velocidad salió un vehículo negro de gran cilindrada, precedido de uno más pequeño, de la calle que lleva a palacio, una chica que llegaba a mi altura paseando, con un gorro calado hasta las cejas no se percato de los vehículos, y conseguí agarrarla justo a tiempo de que el primero pasase rozándole el bolso que llevaba colgado, al tiempo que el “Ulises” de James Joyce que quería leerme voló por los aires estrellándose unos metros más atrás, vislumbre la figura de una mujer rubia en la parte trasera del segundo vehículo, y cuando mire a la joven esta tenía una cara de susto, que mas bien parecía una muerta, pálida y desencajada, el gorro con el movimiento brusco se había caído, y su melena pelirroja le caía sobre los hombros y sobre su frente tapándole en parte unos enormes ojos verdes, unos cascos colgaban hasta el suelo, en donde había un walkman abierto del que sobresalía una casete de “the Smith”; le ayude a recoger todo mientras ella como podía me agradecía que la hubiese apartado de los vehículos, con la música ni se había enterado, insistió en invitarme a un té como mínimo en agradecimiento, yo ante aquella sonrisa tan dulce y aquellos ojos tan grandes, no pude resistirme, recogí mi “Ulises” un poco deteriorado, y solo recuerdo que cuando nos separamos cada uno en una dirección ya había oscurecido, nos habíamos pasado todo el día juntos, charlando de libros, de sueños, de pasados y futuros.

Niamh que estaba estudiando en la universidad, había decidido volver a verme al día siguiente, y cuando salí de casa por la mañana, para asistir a mi clase, ella estaba aguardándome sentada en las escaleras, como si lo hiciese desde siempre, al principio me pareció maravilloso, no me daba cuenta de nada, a los quince días estaba con las maletas en mi casa, me esperaba a la salida de clase, y me acompañaba a todas partes, todo era maravillosamente agobiante, pero no lo veía, al mes comenzaron las pequeñas discusiones por si salía hablando con una compañera de clase, quien era, que tenia con ella, si me cruzaba la mirada con alguna mujer de edad inferior a 95 años, que si la conocía, que de que la conocía, si había tenido algo con ella, aquello comenzaba a agobiarme de gran manera; pero el colmo fue cuando a los tres meses se me presentaron en casa sin previo aviso sus padres, que habían venido desde un pueblecito al lado de Galway, a verla y a conocerme, ya no sabía qué hacer, me veía casado en algún lugar de Irlanda, bebiendo cerveza para olvidar que tenía una esposa, y asistiendo todos los domingos a misa, bajo una incesante lluvia, pero alguien debió de compadecerse de mi ahí arriba, la suerte me sonrió una vez más.

Eva, una amiga de la infancia me llamo que venía a Londres a pasar unos días, le conté mi problema que no tenia sitio en casa, ella se partía de risa, pero me dijo, tu cuando llegue sígueme la corriente, en todo vale?, yo como un tonto desesperado, me agarraba a lo que fuese para salir de aquel fuego. El viernes sobre el medio día, estaba preparando un examen, cuando sonó el timbre, Niamh se apresuro a abrir la puerta, y escuche la voz de Eva desde la entrada que preguntaba por mí, me levante y fui apresurado pensando que por fin llegaban mis soluciones, pero la sorpresa fue mayúscula, nada más verme Eva se abrazo a mí y me beso, ahí Niamh ya salto, y se armo el belén, entre gritos e insultos Eva saco una foto de ella con mi sobrino en brazos, diciéndole que ese era nuestro hijo, que llevábamos tres años casados, etc… casi me caigo de espaldas, los ojos verdes de Niamh echaban verdaderos rayos de muerte, nunca vi a una mujer mirarme con tanto odio, entre gritos e insultos Niamh fue haciendo las maletas y antes de que me diese cuenta, partió de mi vida con el alma destrozada y el corazón lleno de odio, no sin dejarme un regalo en la mejilla con una de sus uñas, que me hace recordarla cada vez que me miro al espejo, lamente mucho que fuese así, pero cuando la vi salir, me senté sobre la cama como si me hubiesen quitado una mochila de 300 kilos de la espalda. Eva se partía, sabía que lo que había hecho estaba mal, pero le encantaba actuar, me miro con sus ojos negros “anda esposo mío, enséñame la ciudad de noche y de día”.

Nunca más supe de Niamh, supongo que al día de hoy me seguirá odiando, pero el paso del tiempo hace que veamos los recuerdos de forma diferente, yo ya casi no recuerdo sus insoportables celos, pero si el brillo de sus ojos verdes al sonreír, y su cara llena de pecas que con la palidez de su cara hacían que pareciese una muñeca, ya no recuerdo los insultos del último día, pero contrariamente si como cruzaba las piernas en el alfeizar de la ventana de la habitación mientras cantaba en gaélico canciones de su niñez, o escribía poemas que nunca conseguí traducir.

César Gorín

8 de Agosto del 2011

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